LA COLINA DE WATERSHIP
Richard Adams (1920)
La historia de un grupo de conejos que intentan sobrevivir en un mundo
hostil para ellos, parece, en principio, poco atractiva para el lector que
busca un poco de entretenimiento. Sin embargo estamos ante uno de los mejores
clásicos contemporáneos de aventuras y uno de los relatos más emocionantes que
ha leído una servidora.
Alguien que recuerde la serie Perdidos, o al menos la primera
temporada, recordara que Sawyer no despegaba los ojos de un libro, tal era su
ensimismamiento con él. Este era precisamente ese libro.
Los conejos macho de esta narración, presas de todo tipo de
depredadores, tanto humanos como animales, sacan el valor de donde pueden, para
emprender una aventura llena de peligros que les lleve a la colina del título.
Allí buscan asentarse y estar tranquilos lo que dure su breve existencia. Entre
ellos están todo tipo de personalidades: el intuitivo Quinto, el líder
Avellano, el débil Puchero, el valiente Pelucón.... Todos ellos son personajes
inolvidables, y tu querencia y
admiración hacia ellos llega a ser tan real que a veces resulta imposible que
no se escape alguna lagrimilla. Y aunque el autor nos esté hablando de conejos
la identificación con ellos y la historia es increíble. Y aunque la épica es
conmovedora, también encierra una férrea defensa de la naturaleza y la
ecología. Una historia fascinante, que nos muestra lo dura que pude ser la vida
y la insensatez, muchas veces, de las jerarquías y de la autoridad mal
entendida.
Al final nos queda un buen sabor
de boca, ya que triunfan los valores de la amistad y del buen trabajo en
equipo, donde todos y cada uno de los personajes, con sus pequeñas cualidades y
virtudes, tienen su tiempo, espacio e importancia.
Gracias a este libro, creció aún más si cabe, mi amor por los animales.
Porque los buenos libros siempre te cambian para mejor.
Tuve una conejita muy especial que se llamó Avellana en homenaje al
protagonista del libro y que desgraciadamente se fue muy pronto. Ahora tengo a
Puchi (diminutivo de Puchero) que me recuerda cada día que los conejos son unos
animales muy divertidos y nada sosos.
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