LOS CUATROCIENTOS GOLPES-1959
Françoise Truffaut (1932-1984)
En 1959, en el Festival de Cannes, esta película obtendría el premio a
mejor película y se iniciaría en Francia un periodo en el cine, corto en el
tiempo, pero decisivo para el cine francés: la Nouvelle Vague.
A pesar de su corta vida (1958-1962) a este movimiento quedarán
vinculados numerosos directores tan dispares como: el propio Truffaut, Jean-Luc
Godard, Eric Rohmer, Claude Chabroll, etc. Directores, unos más experimentales,
y otros como Truffaut, que apostarán por un cambio en la temática pero siempre
con el tono de cine clásico.
Los Cuatrocientos golpes es un largometraje de escaso presupuesto,
que nos cuenta un fragmento de vida de un chaval de unos catorce años, Antoine,
plasmado en sus peripecias por la Francia de los años cincuenta. Se trata de
una película con tintes autobiográficos donde Truffaut nos proyecta partes su
infancia-adolescencia: ausencia de padre natural, frialdad de la madre, amor
por el cine, Balzac, y una especie de
querencia por el libre albedrío que se traduce en incursiones del protagonista
en la delincuencia a pequeña escala.
Los actores, sobre todo Jean
Pierre-Léaud que encarna a Antoine Doie , se caracterizarán por una gran
espontaneidad. Este actor apenas será conocido fuera del cine de Truffaut.
Aunque la película es toda naturalidad y evita la dramatización utilizando incluso el humor a lo largo de su
metraje, también podemos leer entre líneas ciertas cuestiones que preocupaban
al director en aquella época: el papel de la familia y las instituciones
docentes de la época. Y, como no, la
indiferencia de la sociedad hacia las tragedias humanas.
Antoine es un chaval perdido que no encuentra el modo de encajar en la
vida. Está hastiado de la escuela, donde no encuentra más que profesores
trasnochados, rígidos y patéticos. Sin
embargo, es un amante de la vida y de la libertad (no hay más que ver la escena
en la que sus padres le llevan al cine y su cara es la viva expresión de la
felicidad). Sus progenitores, hartos de sus ausencias de la escuela y sus
pequeñas fechorías, deciden acudir a la policía. Al final lo ingresan en un
Centro de Observación de Menores Delincuentes.
Hay dos escenas memorables y conmovedoras en esta película: la primera es cuando Doinel, privado de su
libertad, es llevado en un furgón de la policía por las calles de París y el
chico llora observando la ciudad mientras se aleja de ella.
La segunda es un interminable travelling de Antoine cuando se escapa del
centro hacia ninguna parte y corre y corre…, hasta llegar a una playa y la
imagen de la cara de angustia del joven se congela.
Truffaut y Leaúd harían otras cuatro películas juntos, pero ninguna
superaría a Los Cuatrocientos golpes.
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