ANTES DE LA BATALLA
Ahora que ha llegado el momento. Ahora
que el jefe supremo del ejército cartaginés ha conseguido reunir cuarenta mil
hombres, entre los que me incluyo, y casi cuarenta elefantes. Ahora que podrá
realizar su gran expedición a través de los Pirineos y los Alpes, y saciar su
odio aprendido y acumulado contra los romanos. Ahora, mi querida compañera, es
cuando las fuerzas me fallan. Es cuando luchar se ha convertido en zozobra. Soy
un hombre atormentado.
Es incomprensible cualquier guerra, cuando
mi único amor no está en la tierra por la que lucharé, no está en conquistar el
mundo, sino en una vivienda humilde, pero acogedora. En la piel suave de una
mujer, no en la rudeza de las contiendas.
Cuando el frío y el desfallecimiento se
apoderen de mí, miraré hacia atrás y creeré vislumbrar una ciudad. Sentiré
estar en tu lecho, mientras unos brazos me acunen y unos labios me susurren:
"Has vuelto a Qart Hadasht*". Y entonces, convertido en una nueva
apariencia, soñaré pisar el suelo junto a ti, cartagenera, mientras el viento
traiga el murmullo de una antigua batalla y el grito de un general que no sabrá
mantener su victoria.
*Quart hadasht: Antigua
Cartagena en época de Anibal, el jefe de Cartago que partió hacia Italia con
sus elefantes en la famosa expedición en 218 a.C. Anibal cayó, y con él Quart
hadasht, a manos de Roma.
RELATIVIDAD
(CARTA DE TU
ASESINA)
No me gusta el presente. Así que he decidido vivirlo en el futuro. Voy a
hacer un viaje interespacial. Sí, esos que están tan de moda ahora. El tiempo
es relativo y me han asegurado que un día ahí arriba equivale a un año aquí
abajo. Me iré dos meses. Cuando vuelva me habré ahorrado sesenta años. Muchos
habrán muerto, y sé que sufriré, pero me queda el consuelo de que entre ellos
estarás tú. Es una forma de "asesinato" bastante peculiar, lo
reconozco, pero no me queda otra. O tú o yo.
Cuando vuelva a la tierra observaré el cielo nocturno, escogeré un grupo de estrellas y les pondré nombre. El tuyo no estará entre ellos. Ellas me guiarán. Cuando haya disfrutado el tiempo justo sin ti, cuando mi pelo esté lo suficientemente alborotado, y mi cuerpo convenientemente relajado, entonces sí, es cuando pensaré en bajar al infierno, ese que no es tan diferente del que diseñaste para mí y allí, ya sin miedo, podré observar tu cara de zopenco y sonreír tranquila.
Cuando vuelva a la tierra observaré el cielo nocturno, escogeré un grupo de estrellas y les pondré nombre. El tuyo no estará entre ellos. Ellas me guiarán. Cuando haya disfrutado el tiempo justo sin ti, cuando mi pelo esté lo suficientemente alborotado, y mi cuerpo convenientemente relajado, entonces sí, es cuando pensaré en bajar al infierno, ese que no es tan diferente del que diseñaste para mí y allí, ya sin miedo, podré observar tu cara de zopenco y sonreír tranquila.
DESHUMANIZACIÓN
Empezamos con la presentación. Uno a uno nos levantábamos,
hacíamos un breve resumen de nuestra vida, y nos volvíamos a sentar. Enseguida
noté algo en ese chico. Pequeño, narigudo y asimétrico. Brazos extremadamente
largos, piernas excesivamente cortas. "Mi nombre terrícola es Manuel.
Vengo de una galaxia que está a cien años luz de esta. Mi misión es equilibrar
el sistema. Un desorden en un planeta podría poner en riesgo el universo
entero". Yo nunca me había encontrado con una fase tan avanzada de locura,
y parece que el psicólogo tampoco, ya
que se movía agitado en su silla mientras él seguía con su perorata. Cuando
terminó aplaudimos sin saber por qué. El psicólogo, falto de recursos, fue en
busca de algo o de alguien. Manuel se puso a andar sin incitarnos a nada. Le
seguimos. Una vez fuera nos habló: "Bien, hay que revertir el proceso de
humanización. Empíricamente ha sido un fracaso. Los primeros serán ustedes, los
inadaptados, los menos intoxicados, nuestros valientes."