Cuando la celebración ya
era un hecho, cuando estaban a punto de posar para las cámaras fotográficas,
cuando el organizador del evento se frotaba las manos por los ingresos suculentos
que le proporcionaría aquel espectáculo sangriento, sonó un trueno y el tiempo
se detuvo unos instantes. En unos segundos en los que nadie era consciente de
lo que estaba sucediendo, las figuras humanas se quedaron paralizadas y las
conversaciones cesaron por completo. La escena era la siguiente: cinco personas
completamente congeladas con muecas esperpénticas dibujadas en sus rostros.
Después alguien dio al
botón de marcha atrás.
Como en una película que se rebobina a cámara lenta, el
elefante que yacía muerto se puso en pie. Volvió sobre sus pasos, hasta el
punto exacto donde minutos antes aquellos hombres le sujetaban con unas cuerdas
impidiendo su movilidad.
El cazador millonario de presas imposibles, agazapado a
una distancia prudencial, se concentraba para realizar un disparo certero sobre
su objetivo. Entonces ese alguien dio al pause, justo en el instante en
el que aquella enormidad de la naturaleza alzaba su probóscide hacia el cielo.
El play reanudó el movimiento.
Loxodonta comenzó a barritar una llamada furiosa. Los humanos
soltaron las cuerdas, una vez puesto el animal en bandeja para el gran trampero.
El empuje del dedo en el gatillo activó la maquinaria. Se escuchó un chasquido.
El rifle se había encasquillado. El pánico se apoderó del grupo.
En un intento desesperado por salvar la situación, cada
cual se atrincheró con su arma, todo dispuesto para la ejecución
expeditiva. "¡No, tengo que ser yo!,
aulló el coleccionista de trofeos. Los demás le miraron espantados, el elefante
se dirigía hacia él desbocado. En el momento en que el hombre descargaba un
segundo rifle sobre él, uno de sus colmillos se hundió en sus entrañas. Se
quedaron uno frente al otro, las caras rozándose, los ojos desorbitados.
El humano siente el aliento del paquidermo en su cara,
es sonoro y entrecortado, sabe que no le queda mucho. El animal no piensa esas
cosas, piensa que se ha lanzado contra quien le estaba haciendo daño. Chorros
de sangre se resbalan sobre su gruesa piel, pero no va a retroceder.
Poco a poco los hombres del cortejo salen de sus
guaridas y se acercan a la macabra escena. Están resignados, ya nada se puede
hacer. Intentar separar al animal no haría más que hacer la agonía más
complicada.
Se oyen pasos rotundos, agitados pero serenos. Una manada
de elefantes acaba de llegar al lugar. Han formado un círculo alrededor del
cuadro, un sketch dramático que no deja lugar a dudas: la muerte absurda.
Los hombres no se han movido, no pueden, no deben.
Están a su merced y cualquier movimiento apresurado podría ser el final de
todos ellos.
Sin embargo ellos no están allí para vengar tropelías.
Están allí para honrar a su viejo, ese que tiene casi setenta años y que
los ha visto nacer a todos. Combinan el sonido de sus trompas en un estruendo
casi infinito. Los humanos tienen que taparse los oídos.
El hombre ha muerto ya, el elefante tiene un respirar irregular,
vacilante; pronto partirá hacia otro lugar. Algunos de su especie se acercan
para no dejarle solo en su marcha. No se escucha nada, es el silencio dedicado
a la muerte. Antes de exhalar un último suspiro, una gota de agua recorre la
mejilla del longevo animal.
Hacía tiempo que allí nadie lloraba lágrimas de verdad.
Muy buen relato.
ResponderEliminarMuchas gracias Ángel por tu comentario y tu visita, me alegra que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Relato de 10! Has creado una historia muy visual, ojalá estas situaciones pudieran solucionarse rebobinando. Desgraciadamente, los cazadores furtivos sólo ven billetes y no la vida con la están acabando. Y todo por un colmillo o un abrigo que ellos consideran bonito.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho cómo lo has narrado, y cómo has expuesto la fidelidad que los animales muestran entre ellos, no como los humanos.
Felicidades guapa, me ha encantado! Un besito :))
Muchas gracias María. Es una pena, no pueden solucionarse dando marcha atrás, solo tenemos nuestras palabras escritas para dar voz a los que no la tienen. No solo los cazadores furtivos, también existen esas personas que solo disfrutan matando un animal cuando más grande mejor, lo cual es para revisárselo.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Una abrazo, guapa.
Sí, sí. Yo soy muy defensora de los animales, me pone de muy mal humor este tema. Es lo que dices, que no hay que llegar a los cazadores furtivos para ver el maltrato animal, también hay casos más cercanos a nosotros, por ejemplo ¿cómo puede la gente abandonar a su perro? Por favor, mi perro es quien me recibe más contento cuando llego a casa!! Conozco a una señora que adoptó a una perrita con cicatrices en la cara porque la habían quemado con cigarros. Es que me pone enferma este tema, pero bueno, no quiero encenderme jajaj besitos guapa!
EliminarTotalmente de acuerdo María. El tema del maltrato animal da para mucho desgraciadamente. Además está el tema de la tortura..., no me extraña que te enciendas, yo con solo escribir estas palabras me estoy comiendo los higadillos.
EliminarMuchas gracias por tu sensibilidad, un besazo.
Muy buen titulo para un relato en el que cado claro que las bestias son aquellos que son capaces de acabar con con la vida animal por "deporte".
ResponderEliminarMe ha recordado a un cuento donde un rey se iba a cazar elefantes de día, mientras por la noche dormía con su amante. Perdón no es un cuento :-), es a lo que se dedicaba un rey de España en sus ratos libres...
Excelente Ziortza, un abrazo y feliz día.
Hola Miguel. El título del relato es una clara influencia de una novela corta que me gusta muchísimo De ratones y hombres, de Steinbeck, una denuncia de las condiciones de vida en un campo de California, y que le va que ni anillo al dedo. Quise jugar con esa ambigüedad, aunque pensándolo bien todo está bastante claro. Y efectivamente cualquiera que lea el relato se acordará del rey de España y su "ejemplaridad", palabra que les gusta mucho utilizar en esos ambientes.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, eres muy amable. Un beso.
gracias por tu sensibilidad, lo comparto
ResponderEliminarGracias a ti por tu comentario y por compartir.
EliminarUn abrazo.
Buen relato, Ziortza. Una original puesta en escena para denunciar esas carnicerías que la hipocresía viene a denominar caza deportiva, en la que los "cazadores" a cientos de metros de distancia, con fusiles de mira telescópica, sin la más mínima oportunidad para el animal, aprietan el gatillo. Luego se ufanan de su "hombría" por haber cazado a una bestia salvaje. Bueno, el profundo asco que me dan estos sujetos, sean reyes o mendigos, es infinito, tanto como su estupidez. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarGracias David. Lo de la caza deportiva me inspira una palabra que me la voy a guardar para mí misma. Como dices además de matar lo hacen como digo en el relato "en bandeja", les ponen el animal para que solo tengan que disparar. No sé que pasa por la cabeza de estos seres humanos, por la mía lo tengo claro. Y si que es verdad que da igual la condición para sentir grima, pero también es cierto que los ricos pueden "comprar" sus carnicerías con más facilidad, porque encima no es nada barato, en fin.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
A veces les decimos bestias. En este caso se hace difícil identificar a quién le corresponde el sustantivo, o adjetivo. Un estupendo relato que pone en evidencia la barbarie de la que son capaces algunos seres humanos que aparecen virtuosos en el arte de la cacería, deporte real, o vergüenza en todo caso.
ResponderEliminarConmovedora historia. Un abrazo Ziortza.
Ariel
Hola Ariel, gracias por tu comentario. Fíjate por una parte es difícil pero por otra no tanto si lo piensas bien. Como se suele decir el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, y lo malo casi siempre suele ganar. Quedémonos con la esperanza de que todavía no está todo perdido.
EliminarUn abrazo, Ariel.
Un relato original, impactante, sorprendente. Todo eso y mucho más, Ziortza. No es el caso en la realidad muchas veces, pero en tu historia vence la inocencia y la nobleza de un animal objeto de acoso cobarde. Quien es atacado tiene el derecho de intentar protegerse, y aquí es a costa de la vida de un hombre. Como digo el relato me ha impactado y me ha parecido buenísimo. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo grande y feliz comienzo de semana.
Muchas gracias Julia por tus elogiosas palabras hacia el relato. Si quería poner al mismo nivel a los dos protagonistas. Como dices a un inocente y a un cobarde, por lo menos que tenga derecho a defenderse...
EliminarTe agradezco de nuevo tu comentario Julia, siempre eres muy amable.
Un abrazo y feliz lunes.
Muy buen relato, El elefante muestra todo su valor ante los hombres que la caza furtivo les enorgullece. Es una pena que haya animales mas bestias que los propios animales. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen por tu comentario. Tú misma lo has dicho, de ahí el título. Es una grandísima pena.
EliminarTe agradezco tu visita, un abrazo.
Gracias, Zyortza, por tu inteligente y sentido relato; conmueve el argumento, así como tu ingenio para controlar los tiempos y tu precioso manejo del lenguaje.
ResponderEliminarMuchas gracias Beba. Tus palabras son muy motivadoras por ser tan elogiosas. Te lo agradezco profundamente.
EliminarUn abrazo.
Sentido relato, Ziortza. Las fronteras de la humanidad se tornan borrosas cuando este tipo de actos son llevados a cabo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Mirna. Lo has expresado perfectamente en una sola frase. A veces cuando se cometen estas barbaridades es difícil saber el rol de cada uno en la naturaleza.
EliminarUn placer que me hayas visitado. Un abrazo.
Una
ResponderEliminarmaravilla
es
el
Leerte
¡Guau muchas gracias Recomenzar! Eres muy amable. Un saludo
EliminarLos pelos de punta, en serio. Me has emocionado. No tengo palabras para describirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias María. Qué te hayas emocionado me hace mucha ilusión, porque eso quiere decir la sensibilidad que muestras por estos temas.
EliminarMuy agradecida de verdad.
Un abrazo.
Muy bueno, Ziortza. Cargado de sensibilidad y "justicia natural" aplicada al más destructivo de los animales.
ResponderEliminarHola Andoni, estoy encantada de que visites mi blog, no sabes cómo me alegra.
EliminarMuchas gracias por tus palabras acerca del relato, me gusta que hayas visto esa sensibilidad y sobre todo me han gustado las palabras "justicia natural".
¡Un abrazo!
Hola Ziortza, "lágrimas de elefante" siempre he creído verlas cuando de niña iba al circo. Veía su enorme frontal levantando su trompa y de pronto frente a mi esos grandes ojos vidriosos.Todo animal tiene el derecho a no ser explotado en un ambiente artificial y además es habitual que los animales de circo muestren conductas desequilibradas. Esto prueba que no están acostumbrados a la cautividad. Un relato muy bien hilvanado, denuncia de la barbarie que el humano es capaz de hacer por simple placer para enardecer su ego. Cazar por supervivencia es una cosa pero para destruir es otra muy distinta. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Emerencia. Hace poco vi una película "Elephant song", en la que decían que el elefante era uno de los pocos animales que derramaban lágrimas, aquello me impactó. Hace mucho que no voy a un circo, de niña fui a alguno, pero hace tiempo que decidí no ir, creo que no podría soportarlo.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, un abrazo muy fuerte.
Ojalá pudiese ser así y acabasen todos empalados. He sentido alivio cuando tu elefante ha matado a ese maldito. Aunque me da penita que no suceda tan siempre como debería.
ResponderEliminarSaluten.
Ojalá se acabase toda esa violencia absurda y gratuita.
EliminarGUAUU, EXCELENTÍSIMO RELATO, FORMIDABLE TRAMA!!!
ResponderEliminarABRAZOS
Muchas gracias Reltih por tus palabras y tu visita.
EliminarTe mando un abrazo muy grande.
Sensible tu relato, sientes la desesperación y empatizas con ese elefante, qué violentos y destructivos somos los humanos.
ResponderEliminarOjalá se pudiera rebobinar más veces.
Un abrazo
Muchas gracias Conxita. Creo que las personas que tenemos un mínimo de sensibilidad empatizamos con el elefante. Cómo decían antes en un comentario somos los animales más destructivos que existen, capaces de matar porque sí. Se me ponen los pelos solo de pensarlo.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Somos los peores parásitos del planeta, es una realidad que dejas patente en un relato muy logrado. Enhorabuena, Ziortza, dejas bien claro que no sólo es bestia el que lo mata, el que se lo sirve en bandeja es igual de culpable. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Eva. En estos negocios, como dices, hay varios culpables: el que mata, que aterra solo el pensar que razones tendrá para hacerlo, el que colabora para que lo haga, y el que organiza el "evento" que seguro que se llevará un pastizal. En fin, un desastre.
Eliminar¡Un abrazo, Eva!
Me ha gustado mucho tu relato Ziortza! Me da mucha rabia como algunos "personajes" llegan a creerse Dioses y juegan con la naturaleza, como si todo en ella les perteneciera. Los animales salvajes no deberían sufrir el acoso del ser humano, a menos que fuera por supervivencia –al fin y al cabo, nosotros también somos animales–. Pero jamás por el divertimento de algunos imbéciles. Me ha encantado el final, es muy emotivo. Un abrazo! ; )
ResponderEliminarGracias Ramón. Tienes toda la razón, la naturaleza es algo que no pertenece a nadie y deberíamos dejar que se desarrollará por sí misma. Yo nunca he entendido el placer que encuentra alguien, por decir una palabra, en hacer daño o matar. En mi mundo no comprendo estas (y otras) cosas. Pero veo que a mucha gente también le enfurecen estas injusticias.
Eliminar¡Un abrazo!