En este juego que iniciamos hace unos meses, había algo que no me cuadraba,
un desequilibrio. Si bien es cierto que todo fue de mutuo acuerdo y que incluso
redactamos un simbólico contrato en el que aceptábamos cláusulas delirantes y
una libertad de acción que incluía de todo excepto el dolor, también es verdad
que las cosas tienen un límite, un freno. Un cerco que tú y yo traspasamos hace
tiempo. Sobre todo tú.
Tú y la maldita rutina.
Nos conocimos hace diez años en ese mundo idílico que representa la
cafetería de la universidad. Cero responsabilidades, cero control, todo pasote
y carpe diem. Eras la viva imagen de la felicidad: con tu pelo largo y
brillante, tu disfraz de hippie un poco trasnochada y tu aire de
me-importa-todo-una-mierda-mientras-tenga-algo-para-fumar.
Me enamoré de tu dejadez, de tu desgana, de ese postureo de
autodestrucción que no se creía nadie, de tu atolondrada ingenuidad. Lo que tú
viste en mí fue un enigma; aunque más tarde he ido atando cabos. No podías
mantener una vida tan anárquica sin alguien que representara lo opuesto: yo, el
empollón, el de familia pudiente, el que iba para abogado de prestigio. Lo
disfrazaste de amor fatal, de algo que no podías evitar, me querías sin
quererlo.
Luego nos casamos. Dejaste los estudios, decías que aquello era
demasiado rígido para ti, demasiado académico (no se te ocurrió pensar que
estabas en la universidad), que tus sueños estaban en otra parte, que te
ayudara a encontrarlos. Dos lustros después los seguíamos buscando. Fuiste a
clases de pintura; empezaste a escribir novelas eróticas; estuviste en un
centro de meditación; volviste a escribir, esta vez poesía; aprendiste a bailar
la danza del vientre…, realmente estabas perdida.
Pero yo te quería. Nunca he tenido una gran vida interior, mi mente no
iba más allá, con estar contigo me bastaba.
Para ti no era suficiente. Te empezaste a quejar, querías más vida,
nuevas ilusiones, nuevos riesgos. La monotonía podía contigo.
Intentaba coger vacaciones si el trabajo me lo permitía. Durante quince
días estabas entusiasmada. Pero después, cuando volvíamos de algún sitio
exótico, según el moreno iba desapareciendo, volvías a las andadas.
Entonces comenzaste a maquinar la historia. Lo llamaste “jugarretas”.
La mecánica del juego era muy sencilla. Me la explicaste un día que
habíamos tomado dos copas de vino, y al principio no me lo tomé muy en serio
(enseguida vi que lo era y mucho). Se trataba de darnos pequeñas sorpresas que
no fueran muy agradables, de dar un poco de marcha a la vida, de dejar las
tonterías a un lado. Dijiste que de lo contrario la desidia se convertiría en aburrimiento, y el día a día en una decadencia insoportable. Querías volver
a “sentir”. Nada de joyas ni viajes con encanto. Eso se había acabado.
La cosa empezó con pequeñas tonterías escatológicas sin importancia. Un
día pisé una caca de perro que habías dejado en la cocina, y yo me vengué
tirando una bomba fétida en el baño mientras te duchabas. Te partías de risa
con una toalla alrededor de tu cuerpo, y hacías arcadas impostadas. A mí me
gustaba verte feliz.
Otra vez desperté con unas esposas atado a la cama y con muchas lagunas
en mi cabeza. Me confesaste que habías disuelto tres ansiolíticos en mi bebida
de la cena. Después, celebrando nuestro aniversario en uno de los mejores
restaurantes de la ciudad, te dije que me dieras un beso; al acercarte abrí mi
mano y te soplé en plena cara dos sobres enteros de polvos pica pica. Se te
puso la cara roja, no dejabas de estornudar. Pero lo peor es que tuviste una
extraña reacción y empezaste a tener problemas para respirar. Acabamos en
urgencias. Me asusté seriamente y quise dar el tema por zanjado. Estabas
intubada pero aún así me obsequiaste con una sonrisa de lo más irónica. Tenías
claro que querías tener la última palabra.
Un día llegué a casa y no estabas, me pareció raro. Sabes que tengo la
curiosa costumbre de desnudarme cada vez que voy al baño, es una especie de
manía. Estaba sentado en el váter con un libro, cuando escuché un extraño
siseo, un ruido sibilino proveniente de la bañera. Al descorrer la cortina ahí
estaba: una culebra de medio metro. Tiré el libro y salí de allí pitando; te
recuerdo que estaba desnudo…, tuve que suplicar a la vecina que me abriera la
puerta, pensaba que me había vuelto loco. Desde su casa, muerto de la
vergüenza, llamé a la protectora de animales. Dos horas después y el vecindario
ya calmado, llegaste a casa como quien viene de trabajar, agotada y sin ganas
de hablar. Todavía me pregunto de dónde la sacaste…, y lo más inquietante, ¿por
qué una víbora? ¿Aquello no excedía las cláusulas del contrato?
Esta situación tan espeluznante, hizo que renaciera en mí la rabia que
creía se había esfumado y pasé al contraataque. Pero mis bromas tenían la
característica de que, a pesar de ser más “inocentes”, acababan siendo
peligrosas. Simplemente sustituí el contenido de tus cremas hidratantes para el
cuerpo por cola para madera. Pensé que con una simple ducha se te iría. Saliste
del baño con las piernas blancas y la cara de espanto. Tuve que rebuscar en la
basura para encontrar el bote…, me había equivocado al comprarla: era cola de contacto.
Intentamos de todo; estropajo, quitaesmalte, alcohol… y algo más. Al final logramos
quitarla, pero te salieron unas ampollas espantosas como consecuencia de las
quemaduras de segundo grado que te provocaron los productos que utilizamos.
Otra vez acabamos en el hospital. Esta vez no me mirabas de soslayo, estabas
ensimismada con la mirada furiosa centrada en el techo de la habitación de la
UCI.
Siempre te ha gustado mucho el cine. Más bien las historias escabrosas.
Buried era tu película favorita.
Rememoro nuestra vida ahora que estoy en completo silencio y en la
oscuridad más absoluta. Sé que has vuelto a echar algo a la bebida, ya que me
he despertado metido en una especie de caja de madera. Creo que estoy en el
sótano, espero que no se te haya ocurrido enterrarme bajo tierra… Aún así me
tienes desconcertado, has necesitado ayuda, pero ¿quien se habrá prestado a
algo así? Por otra parte, sé que tarde o
temprano vendrás a sacarme, pero aunque no soy consciente del tiempo, debo de
llevar horas metido aquí. Empiezo a tener una sed terrible. Al principio,
cuando desperté, pensé en mi próxima venganza, y estuve dando vueltas a la
cabeza acerca de las últimas películas que habíamos visto…, pero después del
tiempo que llevo aquí… DEFINITIVAMENTE se nos ha ido de las manos, voy a tener
una seria charla contigo, esto no puede seguir así.
La sed se está volviendo insoportable, no se te ha ocurrido dejarme algo
de beber o de comer. Tendré que esperar un poco más.
Pero sé que vendrás, siempre ha sido así, siempre has vuelto…, estoy
seguro que tarde o temprano escucharé ruidos, después unos pasos y como abres la tapa de la caja
mientras te carcajeas. ¿Cómo será? ¿Será el ruido de una llave abriendo un
candado, o tendrás que hacer palanca para desencajarla? Y otra vez, ¿quién habrá
sido tu cómplice?
Pero estoy seguro de que volverás, sinceramente creo que lo harás.
Me debato entre la risa y el pánico que me provoca no estar tan segura como el protagonista de que ella vaya a volver. Enterrado vivo, imagino que estará el pobre, y el pormenorizado relato de la evolución de su matrimonio se asemeja a ese visionado de imágenes previa a la inminente muerte que suele recrearse tanto en el cine. Todo ello me lleva a dudar sobre si en realidad DEFINITIVAMENTE se les ha ido de las manos lo que empezó como un simple juego contra la rutina... Buena recreación de una vida marital desquiciada, pero no tan fuera de lo común, a tenor de las leyendas urbanas que cuentan los médicos de urgencias, jajaja. Muy simpático, y también macabro dado el carácter de sus protagonistas, ¡enhorabuena y un abrazo, Ziortza!
ResponderEliminarEntiendo tu duda Eva, creo que he hecho una especie de comedia de terror. Muchas gracias por tu detallado comentario, realmente creo que se les ha ido de las manos, si es que alguna vez lo tuvieron bien asido. Yo también he oído que se dan bastantes "situaciones" extrañas en las urgencias, que dejan a la altura del barro alguna de las "bromas" que cuento en el relato (quitando la última claro).
EliminarAprecio mucho tu comentario, Eva. ¡Un abrazo muy fuerte!
Uiixxxx me ha gustado mucho, aunque tengo un sentimiento que no sé cómo canalizar jaja Por un lado las historias de las serpientes en la bañera parecen divertidas si entre ellos se las aceptan, pero sí que se les ha ido de las manos. Me ha gustado mucho ese final abierto, no saber si es una broma más o un intento de asesinato. Pero vamos, él no las tiene todas consigo jajaj
ResponderEliminarMuy original, me ha gustado mucho :)
Muchas gracias María. Me hace gracia lo del sentimiento sin canalizar, jaja. Como le comentaba a Eva creo que siempre han estado en la cuerda floja, y la última escena es el punto álgido de esa vida desquiciada. Dejaremos que él se quede con las dudas...
Eliminar¡Un besazo!
Yo también creo que el juego se les ha ido de las manos definitivamente, si es que algo así puede considerarse un juego. Está bien tratar de huir de la rutina de pareja, pero hay formas y formas. Yo más bien creo que tu prota debería consultar a un psiquiatra, aunque no sé si será demasiado tarde...
ResponderEliminarUn relato genial, Ziortza. Espero que él se salve, pero mucho me temo que ella ha llegado a un punto sin retorno en sus "bromas".
¡Un beso de domingo!
Muchas gracias Julia. Ese calificativo de "juego" se lo han dado ellos, creo que los demás entendemos los juegos de otra manera..., como se ha comentado antes creo que ambos viven en un estado de perturbación.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Un abrazo y ¡feliz domingo!
Tremendo Ziortza, has conseguido captar absolutamente toda mi atención y he entrado en la historia como en una película que evoluciona hacia un final terrorífico e inquietante.
ResponderEliminarEl final abierto un acierto clarísimo. Por otra parte, nos llevas a reflexionar sobre la rutina, la inmadurez y los sacrificios del amor. Un gran abrazo y felicidades.
Hola Miguel. Me alegro de haber captado tu atención con la historia. Ya sé que lo he escrito yo, pero ahora que lo pienso el relato me recuerda un poco a la película de La guerra de los Rose, no sé si la habrás visto.
EliminarMe gusta que aludas a esa reflexión sobre los "sacrificios del amor", es una expresión que se utiliza mucho y que la gente practica mucho cuando en realidad no tiene mucho sentido.
Muchas gracias por tu comentario, un placer que te pases por aquí.
¡Un beso!
Uy, yuyuiii, que mal veo a esta pareja. Es broma o es en serio. Me quedo con una amargor en la boca de que esto no acaba muy bien. Estupendo trabajo como siempre con ese "punto de locura" a medio hervir. Un abrazote Ziorza
ResponderEliminarCon las prisas y el mal trago me comí la t. Besos mil Ziortza
EliminarJajaja Emerencia, me ha hecho gracia lo del "punto de locura a medio hervir", creo que le va (o nos va) como anillo al dedo. Haces bien en pensar que la historia no va a acabar bien.
EliminarUn besazo.
Extraordinaria mezcla entre la comedia y el más puro terror. Me ha encantado el relato.
ResponderEliminarMucha gracias Ángel por tu visita y tu comentario. Creo que es un buen resumen del relato, me alegra que te haya gustado.
Eliminar¡Un abrazo!
Ziortza... ¡No tienes límites! El relato es soberbio, bien hilado de principio a fin. Un humor negro, sutil, ironía inglesa... Así es como se consigue hacer disfrutar al lector. Haciéndole plausible lo más inverosímil. Me parece que ella no vio esa película sino un capítulo de aquella serie de Hitchcock en la que en un episodio el preso intenta escapar escondido en un ataúd mientras espera a que su compinche venga a buscarlo, para darse cuenta después de que está enterrado con él.
ResponderEliminarBueno, otro ejemplo de talento narrativo y te aseguro que no soy generoso en estos comentarios. Un abrazo!
Gracias David. Aún así creo que eres generoso, jeje. Me gusta que le hayas visto el humor y la ironía la relato. Si crees que te sea sincera, soy una fan absoluta del humor negro cuando está bien hecho (no sé si es mi caso, jaja), de lo contrario puede ser un poco zafio, por eso me da respeto. No he visto ese capítulo de la serie de Hitchcock, pero conociéndole..., la verdad es que ahora que lo pienso me viene varias películas a la cabeza sobre este tipo de enterramientos...
EliminarMuchas gracias de nuevo, por tus palabras, no sabes lo que significan para mí.
¡Un abrazo!
Me da en la nariz que esta tía no vuelve,... ;-)
ResponderEliminarEstupendo relato Ziortza!
Escueto pero elocuente, Norte, jajaja. Haces bien en pensar así...
EliminarGracias y ¡un abrazo!
Impresionante relato Ziortza. Una aventura de este matrimonio que desarrollas con la capacidad de armar tramas que tienes, con la excelente creatividad puesta en cualquier registro que encares. Un texto que llega a lo macabro casi sin que uno se de cuenta. Me has envuelto en una vorágine de sucesos inesperados, con la tensión y la atención en la lectura. Y todo con una maestría para contar que no deja de maravillarme. Un enorme trabajo Ziortza. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarAriel
Muchas gracias Ariel. Realmente es lo que quería expresar un poco; un matrimonio que empieza su andadura como puede hacerlo cualquier otro y finalmente acaba, como dices, en lo "macabro". Intento "probar" diferentes registros, seguro que algunos me saldrán mejor que otros, pero bueno...
EliminarSiempre tan generoso y amable, gracias una vez más por tus palabras.
Te mando un abrazo muy fuerte.
Ay por favor qué medo me da. En serio esa mujer estaba loca de atar. ¿lo sacará de allí o morirá de sed? Genial relato, me ha encantado.
ResponderEliminarUn besillo.
Muchas gracias María. Me alegra que te haya gustado, espero que no te haya dado mucho miedo, jeje. La verdad es que el final está abierto, pero yo no apostaría mucho por ella.
Eliminar¡Un abrazo!
Me ha encantado el relato Ziortza, y me ha mantenido pegado a la pantalla hasta el final! Pero madre mía, que pareja, jajaja. Ese tipo de "Jugarretas" para mi no son bromas, ni la de la serpiente ni la del pegamento –aunque el pobre se equivocara al comprarlo–. En cuanto al final... Me siento dividido, pues una parte ingenua de mí piensa en la esperanza del protagonista y en que ella volverá. No obstante la otra... Quizá las quemaduras de segundo grado despertaron en su mujer un sentimiento homicida, por no hablar que me hace pensar en un amante. Humor negro en estado puro, y de alto voltaje! Un abrazo! ; )
ResponderEliminarMuchas gracias Ramón. Me encanta que te haya mantenido atento hasta el final, jeje. El tema llega a salirse de madre, y aquello ya ni son bromas ni nada que se le parezca, son más bien venganzas hacia al otro, diría yo. En cuanto al final..., todos queremos que vuelva, de ahí que quede abierto, pero como le he comentado a María, no apostaría mucho por ella (muy buen apunte lo del amante). Me alegra muchísimo que te haya gustado.
Eliminar¡Un abrazo!
Esta pareja han llegado del aburrimiento a la locura. Has mantenido el relato a que lo leamos sin respirar. Uff que juegos tan macabros. Tienes una mente maravillosa. Un abrazo
ResponderEliminarHola Mamen, lo has resumido perfectamente: del aburrimiento a la locura. Con lo bien que está el aburrimiento de vez en cuando..., me alegra que te haya gustado y muchísimas gracias por tus palabras, eres muy amable.
Eliminar¡Un abrazo!
Me encanto el relato de suspenso de amor peligroso... un poco de locura que siempre debe existir para mantener activa la relacion en pareja, sien embargo se sale de contexto amoroso cuando se toman juegos que sobre pasan la linea.. y evaluando las realaciones de pareja q existen hoy en dia.. realmente son asi. aun haciendose daño mutuamente no tenemos el valor de seguir nuestro camino solos
ResponderEliminarJaja, tienes razón Fanny, un poco de locura está bien de vez en cuando en las relaciones, pero el problema es cuando no lo podemos parar y se nos va de las manos... Interesante la reflexión que haces al final: muchos se agarran a relaciones que hacen daño por no poder seguir solos..., es muy triste pero cierto.
EliminarMuchas gracias por tus palabra y tu visita.
¡Un abrazo!
Como decían más arriba, has logrado captar la atención con esa sucesión de hechos inesperados, hasta disparatados. Pero lo mejor es que nos conduces en un in crescendo de situaciones que desembocan en lo macabro, aterrador.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo
Muchas gracias Mirna por tu comentario. Me alegra que te haya gustado. La verdad es que era lo que quería transmitir tal y como lo has resumido, una concatenación de sucesos disparatados que conducen a algo escalofriante.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Si por lo menos le hubiese dejado una maquinita de Tetris para matar el rato hasta que se quedase sin aire... Dios qué piba tan cruel.
ResponderEliminarJajajaja qué bueno. Pues sí, así mantiene la cabeza ocupada un rato, ya va a tener tiempo de sobra para pensar y rumiar...
Eliminar¡Abrazos Vecu!