ENFRENTE
Antonio está mirando por la ventana mientras se fuma un cigarrillo; son
las nueve de la noche aproximadamente. El edificio de enfrente es un hervidero
a esas horas. Siempre le ha parecido algo incomprensible lo que las personas
pueden hacer o decir cuando creen que nadie las ve. Pero, ¿no se dan cuenta de
que tienen las ventanas abiertas de par en par y las cortinas descorridas? A él
eso nunca le pasaría, desde luego.
La mujer del segundo consume su vida entre huevo frito y huevo frito,
mientras el marido entra casa con la
cara abotargada y los críos se dan leñazos uno a otro en el salón. Discuten
brevemente con alguna palabra malsonante y algún “ya me lo decía mi madre…” o “¿quién
me lo iba a decir?” Después él intenta alargar el tiempo en la habitación
sentado en la cama, con la mirada fija en la colcha. Cenan los huevos con
ansiedad, acompañados de un tenso silencio solo roto por sonrisas infantiles y
por los suspiros alternados de ambos.
En el cuarto vive un señor aparentemente tranquilo y con cara de oficinista
aburrido. Pero tiene un secreto: cuando llega a su hogar se quita el elegante
gabán, deja el maletín encima de la cama y se desnuda con parsimonia. Después
abre un pequeño armario con delicadeza y saca toda clase de lencería y ropa
íntima femenina. Se viste con cuidado para no romper las medias. Hoy ha elegido
un picardías rojo. Se recrea enfrente del espejo con una copa de whisky en la
mano.
La mujer del sexto entra precipitada a casa. No hace más que dar vueltas
por el piso mientras se amasa la cara desesperada. Parece querer llorar, pero no
lo consigue. Se retuerce en torsiones extrañas, se rodea la tripa con los
brazos, como si fuera a vomitar de un momento a otro. Pasa una hora y sigue
igual, mira el móvil y sigue igual. Al final se toma dos pastillas con un vaso
de vino. En media hora se ha dormido sentada en la cocina con la cabeza sobre
la mesa.
El chaval del tercero fuma hierba y está intentando componer algo con la
guitarra. Tiene cara de abandono. En ese instante suena teléfono, mira la
pantalla y una sonrisa se perfila en su rostro. Suelta la guitarra y se pone de
pie de un salto. Pareciera que el mundo ha cambiado a su alrededor; sale de la
habitación dando un portazo. Eso sí que no se lo esperaba Antonio.
Se ha hecho de madrugada, así como si nada. Antonio apaga el último
cigarrillo en el alfeizar y se mete dentro. Cierra las ventanas a cal y canto y
baja las persianas hasta que la casa se queda sumida en una oscuridad
espectral. Tiene claro que él no quiere ser observado por nadie. Enciende una tenue luz en la cocina. Come algo
frío de la nevera y después se mete a la cama.
Al día siguiente dormirá todo el día. Se levantará al atardecer, abrirá
la ventana, encenderá un cigarrillo y mirará el edificio de enfrente.
Inquietante, Ziortza. Un personaje que vive el vacío existencial más absoluto, solo medianamente compensado con la contemplación de la existencia de los demás. Pero eso no es lo mejor del relato. Lo que más me ha gustado y por ello eres una de las escritoras de la red que más admiro, es la profundidad del personaje. Se presenta vacío, sí. Pero también altanero, soberbio, enjuiciando a los demás desde una pose elevada sin darse cuenta, sin reparar en su propia miseria. Creo que Raymond Carver hubiera disfrutado mucho de su lectura. Como sus relatos, este se basa en el lenguaje directo, en la fuerza de la escena. Maravilloso. Un abrazo!
ResponderEliminarJoe David, me dejas sin palabras, eres muy amable. Siempre busco que el personaje tenga vida, que no sea un mero figurante en el relato. E intento reflejarlo sobre todo con la actitud que tiene ante la realidad. Es, efectivamente, un personaje contradictorio, que observa, porque no tiene otra cosa, pero no quiere ser observado (por otro lado no hay nada que observar y ahí está la ironía). ¡Qué bueno que lo hayas captado tan bien! Bueno y Carver..., eso son palabras mayores. Me conformo con disfrutar de la maravillosa lectura de sus cuentos, y si se me pega un 1% de su genio me daría por satisfecha, jeje.
EliminarMuchísimas gracias de nuevo, David. Un abrazo muy fuerte.
El narrador es omnisciente, lo sabe todo. Cuenta lo que ve Antonio, lo que piensa, y también lo que se ve en los distintos apartamentos del edificio de enfrente y lo que piensan y hacen los que allí viven. Pero este narrador siempre tiene un punto de vista que no se dice pero se intuye, está detrás de Antonio, está como pegado a él, hasta se queda con él cuando cierra la persiana y sabe que mañana Antonio empezará con su misma rutina. En este lugar lo has puesto narrar, Ziortza, y has acertado, porque de este modo le pasas el poder al personaje y, lo transformas en un Dios observador, en un Dios que juzga el comportamiento de los hombres como si estuvieran bajo el microscopio de un gran Laboratorio. Con esa estructura interna le das la arquitectura poderosa al relato para conmover a los que leemos. Una idea brillante Ziortza, admirable. Felicitaciones, has hecho un trabajo exquisito e inquietante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ariel
Hola Ariel, es estupendo cómo analizas los relatos y qué bien asimilas lo que lees y sobre todo qué bien sabes expresarte. Como le he comentado a David, Antonio es un personaje contradictorio, y eso era algo que quería dejar bien plasmado en el relato, no sé si con acierto. Y la forma de hacerlo era narrando lo que él ve pero también cómo asimila lo que ve, cómo lo juzga. Antonio no es más que un personaje triste que se autoengaña.
EliminarMuchas gracias de nuevo Ariel por tu análisis y por las cosas tan bonitas que has dicho acerca del relato. Te estoy muy agradecida de que te pases por este rincón a comentar mis cosillas.
Te mando un abrazo muy fuerte.
Interesante esa mirada de un voyeur de lo cotidiano, que parece analizar la vida de los otros pero no deja entrar nada ni a nadie en la propia, ¿de qué miradas se esconde? ¿qué facinación obtiene de esa observación? El relato bien contado te deja con esas sensaciones de extrema soledad incluso de aquellos que conviven con otros.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Conxita. Estoy muy contenta y agradecida de que te pases por mi blog a comentar mi relato. El protagonistas es un voyeur como bien dices, y no sabemos muy bien sus intenciones, yo creo que es su propia miseria y soledad lo que le empujan a hacer lo que hace. También he querido reflejar, como apuntas, la soledad en la que viven también muchos de los personajes que observa.
EliminarGracias de nuevo por tu visita, siempre serás bienvenida.
Un abrazo.
A mí Antonio me parece otro perro del hortelano más. Se regodea con las miserias ajenas creyendo que la suya está por encima de ellas, pero no soporta vislumbrar un rayo de esperanza en la cara del chico que recibe la llamada. Eso no sólo no se lo espera, sino que parece que hasta le molesta que suceda. Que alguien tenga un buen motivo para salir del agujero dando un portazo. Estupendo relato, Ziortza. Una atmósfera oprimente muy conseguida. Gran abrazo
ResponderEliminarHola Eva, me gusta que te hayas fijado en ese detalle del chico, ya que lo hice con esa intención. Al protagonista le molesta que a alguien le pase algo bueno, y es que al final dentro de su miseria es un personaje muy complejo a su manera. Muchas gracias por tus palabras, Eva, siempre me animan para seguir escribiendo. ¡Un abrazo!
EliminarParece que tu protagonista vive su vida como mero espectador, observando y analizando las existencias ajenas, encerrado en un mundo a salvo de miradas indiscretas. No parece que eso le haga feliz, que le aporte ningún placer; sin embargo es su rutina diaria.
ResponderEliminarMe encantaría saber más acerca de la personalidad y motivaciones de este personaje, Ziortza, me ha parecido de lo más interesante. Del relato me ha gustado todo, excepto que se acabara :)) ¡Muy bueno!
Un beso y feliz noche de martes.
Hola Julia, muchas gracias, una vez más, por pasarte por aquí. Efectivamente el protagonista vive en su mundo y no quiere que nadie entre en él y lo más triste es que su vida se reduce a contemplar las vidas ajenas, lo cual es muy irónico. Es un personaje que, como se ha comentado anteriormente, juzga a los demás e incluso no le gusta cuando ve un poco de chispa (el chico que sonríe), yo diría que es una mente complicada, a pesar de lo que puede parecer en un principio.
EliminarMuchas gracias de nuevo Julia por tus amables palabras, ¡un fuerte abrazo!
Me parece que es como observar la vida de los demás a través de una ventana es de una mente que no tiene otra cosa que hacer. Vive en solitario y se deja mecer por las vidas ajenas. Cuando el diablo no tiene que hacer con el rabo mata moscas. Has hecho un relato que se ve que te has recreado bien en cada piso has hecho una escena de cada vida cotidiana. Yo a veces me siento en un banco en la plaza y veo a la gente pasar y no veas que cosas puedes observar de cada una. Otra cosa es saberla plasmar tan bien en un relato. La vida del escritor es mucho de observador. Un abrazo
ResponderEliminarHola Mari Carmen. Me han gustado dos cosas que has resaltado del relato: por una lado esa frase que dice que cuando el diablo no tiene que hacer con el rabo mata moscas, y luego que escribir exige, aparte de otras muchas cosas, observar. Creo que es muy importante ver más allá de lo que nos dice una persona a simple vista, hay que intentar conocer más también por los gestos y por los actos, no solo por lo que nos dicen. Siempre hay una historia en potencia detrás de cada uno de nosotros.
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí Mari Carmen, te mando un fuerte abrazo.
Hola Ziortza! Tu relato me ha parecido espléndido. Esa manera que el protagonista tiene de vivir la vida un poco ajeno a todo, es como si contemplase el mundo desde la distancia emocional.
ResponderEliminarFelicidades, me ha gustado mucho!
Un besito :))
Hola María, estoy encantada de que te haya gustado el relato. Es un personaje que vive ajeno a todo pero que lo ajeno le atrae de alguna manera. Un mundo en el que él no vive y no sabemos por qué.
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí a leerme, eres muy amable.
¡Un beso! :)
Hola Ziortza!, me ha encantado tu relato, contundente y, sobre todo muy actual, porqué creo que una buena parte de la sociedad se ha convertido en un voyeur, o mejor deicho, en un mirón compulsivo, y somos incapaces de vivir la vida por nosotros mismos,... y creo que este problema se ha visto agravado por las redes sociales,... detrás de las cuales se esconde mucha gente!
ResponderEliminar¡Hola Norte! Gracias por tus palabras, me alegra que te haya gustado el relato. Es cierto, mirones siempre ha habido, pero hoy en día con las nuevas tecnologías y las redes sociales estamos más controlados y expuestos, sobre todo a gente sin escrúpulos que se esconde tras el anonimato. ¡Un abrazo!
EliminarHas dado en el clavo de como somos la mayoría de las personas, cotillas, buscando el mal ajeno, pero guardando nuestra intimidad o fingiendo que somos mejores de lo que somos. Un gran relato, que sin pasar nada dice mucho.
ResponderEliminarGracias Jota, me encanta que me visites de vez en cuando. Creo que muchas veces de forma indirecta se pueden decir muchas cosas...
EliminarUn beso.
Y lo que mola espiar...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe encanta la gente imperfecta que no oculta su naturaleza, porque las hace auténticas, y en su autenticidad está uno de sus mayores encantos. Siempre me gustó la cita: "Te admiraré por tus virtudes, pero te querré por tus defectos".
ResponderEliminarEste relato cuenta la historia de una persona que oculta de sí misma precisamente lo que le entretiene de los demás, su intimidad. Eso no me gusta de ese personaje, me hace sentir pena por él, especialmente cuando da la sensación de que observar de manera obsesiva las miserias de los demás es lo único que tiene, toda su vida gira en torno a eso, y parece que se recrea en ello porque le hace sentir menos desgraciado. Hasta tenía su horario de sueño adaptado para no perderse ni un segundo de las vidas nocturnas de los demás.
Igual estoy equivocado, pero es lo que me inspira. En cualquier caso, me encanta, porque cualquier relato que consiga engancharme a su historia y hacerme sentir lo que creo que siente el personaje me satisface.
En cierta manera, me recordó a Jefferies en "La ventana indiscreta", una obra maestra del cine del maestro Hitchcock, y una de mis películas favoritas, todo un clásico.
Enhorabuena por un relato de tanta calidad, conseguiste que me introdujese en la historia y no la soltase ni aunque me sonó el maldito e inoportuno móvil, los carga el diablo.
Un saludo cordial. Sé feliz, sigue tan apasionada con tus escritos, y buena lectura.
Muchas gracias de nuevo J.J. por tu extenso y detallado comentario del relato, se ve que lees "más allá" y eso es de agradecer siempre para el que intenta escribir algo como son las sensaciones y emociones humanas.
EliminarEfectivamente, este personaje se oculta de la gente y vive su propia miseria observando a los demás, y eso le hace creerse superior, en cierta manera, aunque es un perfecto autoengaño, ya que, como vemos, su realidad se reduce a eso, con lo que es muy triste.
A mí también me encana La ventana indiscreta como casi todo lo de Hitchcock y evidentemente estoy influenciada ya que yo creo que esa película es el ejemplo perfecto del voyeur o mirón que se dedica a espiar a los demás. Aunque el personaje de James Stewart era diferente, y al final se mete en un lío intentando atrapar a un criminal.
Gracias de nuevo por tus palabras amables y me alegra que te hayas metido tanto en la historia (dejar sonar el móvil hoy en día es todo un logro, jeje)
Un abrazo.