MUERTES COLATERALES
CAPÍTULO 5
¡No me lo puedo creer! Cuando estaba llegando a la acera de mi casa para
aparcar el coche, me he encontrado que las cortinas de mi casa estaban echadas.
Pero cual ha sido mi sorpresa, cuando he vislumbrado dos sombras situadas en mi
salón. Una era mi mujer, no había duda. Pero la otra también me resultaba
conocida. De repente, esta última se ha dejado ver un poco por la esquina de la
ventana y...¡era Eli!, hablando con mi mujer, pero, ¿qué le estará contando?
¿de qué va todo esto? He arrancado el coche y he salido de allí pitando.
He vuelto a casa dos horas después. Me he encontrado a mi mujer viendo
la tele tranquilamente en el sofá. Me ha saludado con normalidad y me ha dicho
si quería cenar. No la he notado nada extraño, salvo que parecía más tranquila
de lo normal. No me ha preguntado dónde he estado todo el día. Su día, según
ella, ha sido aburrido. "¿Ninguna visita?" "Que va,
completamente sola como siempre."
Estoy durmiendo y tengo a mi mujer a lado. Siento escalofríos. De
repente se ha convertido en una extraña para mí. Aliada de un fantasma que yo
maté. ¿Quizás me esté volviendo loco como ella? ¿Es ella la que me predispone a
estas alucinaciones? Voy a tener que hacer algo, lo tengo claro.
* * *
Hoy me he dado cuenta de que no he hecho bien. Todo ocurrió hace unos
años, cuando a mi marido le diagnosticaron una enfermedad mental que le
provocaba alucinaciones y le volvía agresivo en ciertas ocasiones. A mí nunca
me puso un dedo encima, pero los médicos dijeron que la única manera de
mantener a raya su enfermedad era la medicación. Era la única forma de llevar
una vida sana. Comenzó el tratamiento y las alucinaciones desaparecieron. Pero
también desapareció otra cosa. Su vitalidad, su buen humor, sus ganas de
tocarme, su sexualidad se apagó. No era el mismo. Ese no era mi marido.
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