"Tú eras mi mejor aspirante, tú eras mi mejor aspirante, tú..."
Se me ha metido la matraca en la cabeza. Estoy en el despacho de mi padre. He
venido entre ausente y descolocado a darle el último sablazo. Todavía no se lo
he contado, pero lo intuye y se lo noto en la mirada. Esa mirada impertérrita
que ahora muta y aparece incrédula y odiosa.
Antes de que yo hable mi padre coge la palabra. Habla con esa parsimonia
tan desasosegante característica en él; lo mismo puede decirte que le lleves una
aspirina o que te va a pegar un tiro si no le dejas hablar. Pero es que a mí ya
no me convence, es la misma cantinela de siempre.
Recuerdo cuando era un chaval y acababa de salir de la universidad,
recién licenciado en derecho. Ya por entonces me hice una idea cuando me dijo:
“hijo, especialízate en derecho penal”. Lo hice; y también en derecho fiscal. De
niño me había sentado en sus rodillas intentando explicarme sus propósitos, no
lo entendí, o no quise entenderlo. Para mí fue como un cuento de terror que un
padre cuenta a su hijo, pero sin filtros.
Después, cuando estaba en la veintena, se dejó de tonterías y me miró a
la cara desafiante: pretendía que le acompañara en su vida, en su huída hacia
adelante con sus dislates pseudomafiosos. Y encima lo hacía mal, acababa siendo
siempre la cabeza de turco perfecta. No sé cuantas veces ha estado en la
cárcel. Ha tenido una suerte relativa, siempre ha sido por temas económicos,
nunca por los muertos que lleva a sus espaldas y que ya le hacen encorvarse más
de la cuenta.
Recuerdo la vez que le defendí, cuando aún pensaba en sus tretas como
algo banal y no más allá de algún fraude tributario. Fue mi puesta de largo
triunfal; salieron a relucir todos sus disparates. En el juicio me machacaron
como a una cucaracha. Mi padre me había contado de la media, la mitad. Fue mi principio
y mi final como abogado. Y es que, ¿quién se puede imaginar que tu progenitor
está metido hasta el cuello? ¿En qué cuento de hadas andaba yo metido?
A partir de entonces intenté seguirle el juego. Pero ahora es diferente.
He tenido que hacer algo. Si seguía haciendo caso a su historia de que la familia
es la familia y todas esas chorradas, el que acabaría en el trullo iba a
ser yo, pero por gilipollas. He estado haciendo mis pesquisas, he recopilado
mucha información y tengo algo
importarle que contarle.
"Tú, el idealista", me suelta. “Qué capullo” pienso. Él sigue
con su sermón del tres al cuarto: “No estás en esta realidad. Ese mundo que te
has construido en tu cabeza no existe; los buenos como tú nunca ganan. Para ser
alguien tienes que actuar así. La vida me ha dado muchos golpes, ¿sabes? He
tenido que responder a sus zarpazos. ¿Qué hubiera sido de mí si no? ¿Qué
hubiera sido de vosotros?”. Dios, no se da cuenta que ya no me afecta su psicología
de mercadillo. Antes me dejaba embobado, ahora le contemplo asqueado.
Pero antes de que pueda responderle algo pasa: alguien se desliza por la
cortina. Mi padre hace un chasquido con los dedos y un movimiento con la
cabeza. Después, un objeto contundente golpea mi cabeza y voy directo al suelo.
Un charco de sangre aumenta por momentos. Creo que estoy muerto. No sé si me ha
dado tiempo a decírselo: "Es tarde, papá, he mandado la documentación al
fisc..."
Oigo un ruidito, casi imperceptible, rallando el suelo. Una mano rodea
mi silueta tumbada. Con una tiza. ¿Qué antiguo, no?
¡Caramba con la familia!
ResponderEliminar¡Pues sí! Gracias por tu comentario literatonovato. Un abrazo.
EliminarQué padre tiene ese pobre chico! Hay gente sin escrúpulos capaz de hacer lo que sea, incluso acabar con su propia familia. El protagonista ha mantenido su integridad, pero le ha costado la vida. Muy buen relato guapa, lleno de emociones!! Me ha encantado :)) un besote!!
ResponderEliminarHola María. Me alegra que te haya gustado. A veces mantener la dignidad cuesta mucho, aunque el protagonista no esperaba ese final yo creo, de ahí su incredulidad.
EliminarUn besazo.
A veces no son solo los amigos los que arrastran a uno al desastre o a las desgracias. La familia también. Impacta pero rebién. Me ha gustado mucho!!
ResponderEliminarGracias Keren, me alegra que te haya gustado el relato. A veces creemos que los lazos de sangre son más fuertes que cualquier cosa, pero no siempre es así.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Hola Ziortza, esa tiza en el suelo le da un punto muy cinematográfico a la historia que has creado. Y además, nos encontramos con un entorno mafioso en el que por fin alguien parece rebelarse, aunque en este caso la cosa no acabe bien para él.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por compartir tus textos.
Hola Miguel, la verdad es que la tiza no sé de donde me salió, seguro que de ver tantas pelis clásicas de esta temática..., aunque siempre he pensado que realmente no se hacían esas figuras en el suelo, pero parece ser que sí...
EliminarBueno en fin, gracias a ti siempre por pasarte por el blog y dejar tus palabras.
¡Un abrazo!
Qué buen relato y con un final muy logrado y sorpresivo.
ResponderEliminarLa familia puede ser el sostén o la pala que te entierra.
Un gusto leerte, Ziortza.
Besos.
Muchas gracias Mirella. Es cierto que la familia no siempre es la mejor aliada de uno, hay muchas muestras de ello.
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato.
Mil besos.
UpS!! No esperaba el final, jajaja Muy bueno Ziortza, ameno e intrigante, con esa relación padre-hijo conflictiva tan bien plasmada en tan poco espacio, ;)
ResponderEliminar¡Hola Maite! La verdad es que con un padre así, cualquier cosa es posible, me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por pasarte por mi blog.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
En este caso no puede afirmarse aquello de "de tal palo, tal astilla". La moral y escrúpulos del hijo le llevaron del más acá al más allá. Solo espero que los papeles le llegaran al fiscal y se acabara haciendo justicia.
ResponderEliminarMuy buen relato, con un final sorpresivo, como a mí me gusta.
Un abrazo.
Hola Josep, no desde luego, jeje. En este caso el hijo les ha salido rana. Y ya que el pobre ha sufrido las consecuencias por lo menos que cojan al padre y su tropa.
EliminarGracias por tus amables palabras.
Un fuerte abrazo.
Afortunadamente no siempre de tal palo, tal astilla... La pena es que a tu protagonista le saliera tan caro decantarse por el camino recto. ¡Menuda pieza estaba hecho su padre!
ResponderEliminarUn relato estupendo, Ziortza. A pesar de narrar una tragedia usas un tono entre irónico y descreído en boca del muerto que nos hace sonreir. Nuestro consuelo es que al final, casi con total seguridad, se hará justicia.
¡Un beso de martes!
¡Hola Julia! La verdad es que lo del tono irónico creo que no lo puedo evitar, igual es una forma de quitarle hierro..., aunque en este caso el pobre acaba muerto, poco hierro se puede quitar. Por supuesto que se hará justicia, esto no puede acabar así.
EliminarGracias Julia, por ser siempre tan amable.
Un besazo.
¡La Familia!! Y qué Familia!!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Ziortza el relato y el sorprendente final. Lo has narrado de tal manera que me he podido imaginar las escenas, con la mirada inocente en los brazos de papá cuando era pequeño y el trágico final con la tiza recorriendo el cuerpo.
A veces una familia así te marca de por vida.
Un abrazo bien fuerte amiga.
¡Hola Xus! Sí, eso que tanto se repetía en el padrino... La familia a veces no nos trae más que malos ratos, la sangre no siempre tiene que tirar, que se lo digan al pobre protagonista.
EliminarMe alegra que te haya gustado el relato y que hayas podido imaginarte todas esas escenas a las que aludes.
Un besazo, amiga.
Siempre hay una oveja negra en la familia, y parece que en este caso es tu protagonista. Muy buen relato con un final que sorprende.
ResponderEliminarUn besillo.
Muchas gracias por el comentario María. Sí así es, aunque en este caso habría que llamarlo "oveja blanca", pero bueno jeje...
EliminarUn fuerte abrazo.
Vaya Ziortza, vaya, "los buenos como tú nunca ganan" por poquito...si el pobre no lo puede ver lo veremos nosotros "al trullo" y esa tiza, en su silueta. Un relato muy cinéfilo. Genial, deberías presentarte a guionista. Estos relatos los bordas. Un abrazo
ResponderEliminarSí, si no hubiera ido a visitar a su padre seguro que habría ganado la batalla sin ningún perjuicio para él. Seguro que me dejo llevar por todo el cine negro que veo...Oye lo de guionista nunca se sabe, jeje, aunque tiene que ser una profesión dificilísima, jeje.
EliminarUn besazo Eme.
El padre que quiere imponer su criterio al hijo a toda costa sin pensar en el derecho que tiene a decidir por su cuenta. Aquí encuentro algo positivo y es el hecho que él padre confía en el hijo, ¡pero! creo que por propio interés.
ResponderEliminarUn relato estupendo, Ziortza, en el que dejas claro que por mucho que signifique la familia a veces, no hay que hacerle caso y seguir el propio instinto o intuición.
Un beso muy grande, amiga.
Feliz día.
El padre siente que la sangre le tira y quiere llevar a su hijo por el mal camino, pero creo que en este caso el niño le ha salido rana.
Eliminar¡Ay, la sangre cómo tira! Cuando muchas veces el verdadero cariño y felicidad la encontramos fuera pero que muy fuera de la familia (no siempre, claro)
Me alegra que te haya gustado el relato, querida Mila.
Un besazo amiga.
Malo malote!!!!! A veces me pregunto si compensa ser buena persona. Yo creo que a pesar de todo, sí lo hace, pero hay demasiada gente que no piensa como yo...
ResponderEliminarUn abrazo!!
Yo creo que también David, no hay nada como la sensación de pensar que has hecho lo correcto para ti y para mucha gente. Siempre hay que apostar por los buenos, en mi caso yo lo hago así.
EliminarUn fuerte abrazo.
Ziortza, has tocado un tema que pocos tocan, los malos también tienen familia y luchan por sacarla adelante.
ResponderEliminarMe has hecho pensar en la famosa película "El Padrino", donde el padre (que es buen mantenedor), vive de lo que mejor sabe hacer, !Y se le da genial!, forma una gran empresa de ventas ilegales y matones a sueldo, y arrastra a casi toda la familia a su hacer, al bajo mundo de la mafia.
En tu relato hay una excepción de la regla, un hijo moralista, lo peor que le puede pasar a un rufián, ja, ja.
Muy bien llevada la trama y con dos interesantes moralejas: *Cuando nacemos derechos, nada ni nadie es capaz de torcernos* y *Así se pagando con la vida, actúa de acuerdo a tu moral, al final siempre se hará justicia*
Gracias por tus letras.
Hola Harolina. Hay personas que creen que la familia hay que sacarla adelante cueste lo que cueste. Desde luego la maravillosa película de El Padrino es el ejemplo brillante de cómo a pesar de las fechorías y asesinatos, a final la familia les tiraba mucho. Recuerdo que en esta película Michael Corleone al principio quiere estar al margen y después acaba siendo el mafioso por excelencia.
EliminarMe han gustado mucho tus frases que bien pueden servir de moraleja al relato.
Un placer que te pases por aquí.
Un abrazo muy fuerte.
Hola, Ziortza! Desde luego la ironía es lo que nos queda cuando ya no nos queda nada como al protagonista del relato. El título funciona como un guante para esta historia en la que parece evidenciar que los escrúpulos y el mal en absoluto son hereditarios y en el que el padre no dudó en dar buena cuenta de su oveja negra. Estupendo relato, Ziortza. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Gracias David! Creo que en un relato así, la ironía es importante, no me saldría de otra manera. Afortunadamente el mal no está en la genética, se aprende como otros tantos malos hábitos.
Eliminar¡Un abrazo!
Vaya, vaya. Para que luego digan que la sangre es sagrada y que las relaciones entre padre e hijo no pueden esconder grandes dosis de odio y animadversión.
ResponderEliminarHa sido un relato muy directo, con el tono adecuado para los acontecimientos que se narran, pero con un final que consigue sorprender.
Una vez más, estupendo Ziortza.
Un besazo.
¡Muchas gracias Sofía! La sangre no siempre tira..., o tira pero no de la manera que deseamos. A veces es mejor buscar nuestras vida en otro sitio.
EliminarMe alegro que el relato te haya sorprendido.
Besazos.
Hola Ziortza, una historia que se repite una y otra vez. Me recordó de lejos "El Padrino", ¡Cuántos relatos acaban con el protagonista! En el mundo del hampa, del crimen, no se puede tener escrúpulos, como se pone de manifiesto en éste relato negro. Felicidades.
ResponderEliminarHola Lola, este tipo de relatos mafiosos no serían lo mismo si no tuviéramos algún asesinato, qué le vamos a hacer, jeje.
EliminarGracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
¡Vaya desastre de progenitor! Desde luego que existe gente así de egoísta hasta con sus propios hijos. Muy bien redactado y lo de la tia me ha encantado
ResponderEliminar¡Vaya desastre de progenitor! Desde luego que existe gente así de egoísta hasta con sus propios hijos. Muy bien redactado y lo de la tia me ha encantado
ResponderEliminarGracias Esperanza, me alegra que te haya gustado el relato. Cuando alguien es egoísta lo lleva hasta las últimas consecuencias, desde luego.
EliminarUn fuerte abrazo y gracias por pasarte por mi blog.
Ah, pues eso de que la familia es lo más importante no lo cumplen muy al pie de la letra, que digamos... jajaja Me ha encantado, Ziortza, el pobre hijo no se esperaba ese palo, nunca mejor dicho, aunque pensándolo bien igual es que él estaba muy adelantado y su padre demasiado anclado en el pasado, lo digo por lo de ¡qué antiguo, ¿no? En fin, enhorabuena por este divertido relato, guapísima, y disculpa la tardanza, que últimamente ando con la lengua de fuera. Besos y feliz fin de semana
ResponderEliminar¡Gracias Eva! No te preocupes, puedes pasarte cuando quieras Eva. Me alegra que te haya gustado y divertido el relato. Desde luego padre e hijo no estaban en la misma sintonía.
EliminarUn besazo muy fuerte.
La familia, es la familia. Qué terrorífico que en este caso sea así.
ResponderEliminarAl final cada uno se hizo daño a su manera, uno de forma legal y el otro de la única manera que conocía egoístamente y sin escrúpulos.
Es un relato buenísimo, Ziortza.
Un besazo, enorme.
Muchas gracias Irene. Al final nos queda la "satisfacción" de que, aunque el hijo muera, parece que puede hacer justicia. Aunque si hubiera sabido su final, quizá se lo habría planteado dos veces.
EliminarUn besazo, guapa.
Saludos, Ziortza.
ResponderEliminarUn mafioso de "padre y señor mío", sin duda. :P Pobre chaval, igual le hubiese salido más a cuenta haber estudiado Bellas Artes o Filosofía y Letras. Cualquier cosa menos Derecho. ¿No? ; )
Buen relato, Ziortza. Un saludo.